domingo, 22 de enero de 2012

LA ENFERMEDAD

Reacción inicial al recibir el diagnóstico

Cuando se les diagnostica una enfermedad grave, la mayoría de las personas reaccionan con:

1. Miedo y pánico.

2. Negación.

3. Rabia y depresión.

4. Desesperanza.

La primera reacción es de miedo y pánico, una reacción muy normal. Uno se encuentra ante lo desconocido, ha oído contar muchas historias de horror, y el pronóstico general es de «irrecuperable», «terminal».

A esta reacción suele seguir una fase de negación: «No me puede pasar esto a mí», «No, no puede ser», «Yo no tengo la culpa». Y entonces la rabia se interioriza y se convierte en depresión: «No hay nada que hacer, sólo sentarme y esperar».

Puede ser que esto se transforme en un sentimiento de desesperanza: «No resultará», «¿De qué sirve?», «¿Para qué intentarlo?», «Más vale que haga el testamento y renuncie».

Muchas veces aparece un sentimiento de pesar y arrepentimiento, que es muy destructivo, que nos hace pensar cosas como: «Si no hubiera hecho esto, ahora estaría bien». Y eso sencillamente es ficticio. La realidad es que la situación en que uno se encuentra ahora es un reflejo de lo que uno era, de dónde se encontraba, en aquel punto del tiempo y del espacio. La aceptación es el primer paso hacia la paz interior y el amor a uno mismo.

Es normal pasar por todas estas fases. También es normal sobrepasarlas. Permítete experimentar todos estos sentimientos. Llora, enfurécete, desahoga el mal humor, permite a tu cuerpo expresar todo lo que pasa en tu interior. Luego pregúntate: «¿Qué puedo hacer para mejorar?». Entonces es cuando debes tender la mano en busca de ayuda.


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