lunes, 13 de agosto de 2012

EL CIEGO QUE DECIDIÓ VER

 

Mejor punto de vista en el coaching
Escuché la historia de dos personas que compartían una habitación en un hospital. Cada día, el hombre que estaba cerca de la ventana le decía al otro lo que podía ver para que su compañero también disfrutase de la vista.
“Hoy es un gran día soleado”, le decía. “Los niños están afuera jugando. Las familias pasean y las flores están llenas de colores”.
Cada día, el compañero esperaba ansioso la descripción de lo que relataba su amigo sobre el mundo exterior. Era su felicidad escuchar lo que el amigo describía sobre lo que sucedía allá afuera.
Sin embargo, después de algunas semanas, el compañero que estaba cerca de la ventana falleció. Su amigo preguntó a la enfermera si lo podía pasar a la cama cerca de la ventana. Lo cambiaron a esa cama e inmediatamente se asomó por la ventana. Lo que pudo ver fue… una pared de ladrillos.
“No entiendo”, le dijo a la enfermera. “Mi amigo que acaba de fallecer cada día me relataba sobre los niños que veía jugando en el parque, sobre las flores, sobre los árboles y sobre el sol. Pero yo sólo puedo ver una pared de ladrillos”.
La enfermera sonrió y dijo:“Señor, su amigo era ciego. Él decidió ver la belleza del mundo de adentro hacia afuera.”
La felicidad de la vida no radica en lo que vemos, sino en los ojos de quien observa. Debemos ser como ese ciego:sin importar qué suceda, debemos ver el valor de todo lo que existe en nuestra vida. Lo que suceda en nuestras vidas nunca nos hará feliz. Lo único que nos hará feliz es la actitud con la que asumamos aquello que nos suceda. La vida está llena de alegría y felicidad, si la decidimos ver. El día de hoy, decidamos expandir nuestra visión, nuestra vida y nuestra felicidad.

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