ESTOS SON TESTIMONIOS DE VIDA DE HOMBRES Y MUJERES QUE VENCIERON GRAVES ENFERMEDADES Y UTILIZARON SUS PROPIOS PODERES CREATIVOS PARA EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL.
Fuerte, sana y amada
incondicionalmente
Tanya, profesora, Reino
Unido
Las rodillas siempre me han dado problemas,
aunque de niña bailara con regularidad. De pequeña, mi sueño era bailar en un
escenario, pero me dijeron que mis rodillas nunca me lo permitirían. Me
aseguraron que mi problema era genetico.
Seguí bailando hasta que a los 18 años la rodilla
derecha me falló y me impidió andar. Me llevaron al hospital, y durante tres o
cuatro meses tuve que usar muletas, aunque estuviera a punto de entrar en la
universidad. Hice fisioterapia durante cuatro meses y por fin pude volver a
andar sin ellas.
Tres años más tarde me encontraba en una tienda
de cristales con propiedades curativas, y la espalda me dolía un poco. El propietario
de la tienda me hizo una sesión con algunos cristales para quitarme el dolor,
pero también me aconsejó leer Usted puede
sanar su vida de Louise Hay. Compré el libro, y enseguida consulté
todas las enfermedades importantes que había tenido en mi vida, que no eran
pocas (de niña solía estar enferma). Las palabras del libro me calaron hondo:
comprendí que mis padres me habían dado un amor condicionado, y que las
personas de mi alrededor habían sido sumamente críticas consigo mismas y con
los demás. Empecé el proceso de aprender a amarme, lo cual me costó muchísimo.
Repetía afirmaciones a diario (y sigo haciéndolo), sobre todo la de: Me amo y me acepto totalmente. Esta
poderosa afirmación me servía para recordar que, fuera lo que fuera lo que los
demás digan o hagan, yo siempre me
amo.
El proceso de sanación duró mucho más de lo que
imaginaba, pero empezado dando pequeños pasos, como repetir afirmaciones,
funcionó. Durante mucho tiempo había estado sintiendo que no me amaban ni
aceptaban, y siempre buscaba el parecer y la aprobación de los demás. Aprender
a amarme a mí misma incondicionalmente me cambió la vida.
Las rodillas me siguen doliendo de vez en cuando,
pero ahora observo la emoción que surge en mi interior, y al repetir mis afirmaciones,
el dolor desaparece. A menudo, después de un conflicto o una determinada
situación, mi ego intenta llevar la voz cantante y decir que no valgo para
nada, pero entonces le envío una energía afectuosa a mi corazón y a mis
rodillas y me recuerdo que valgo mucho.
Hace poco hasta participé en media maratón, la máxima distancia que he
recorrido en toda mi vida. ¡Me sentí muy orgullosa de mí misma! Hace unos años
no me habría imaginado que llegase a recorrer esta distancia corriendo. Mucha
gente me preguntó si me dolían las rodillas, pero no era así. Sí, tuve
agujetas, pero no sentí dolor. Me alegré mucho de que mi cuerpo estuviera tan
fuerte y sano.
Cuando Louise afirma que «puedes sanar tu cuerpo»
y «puedes sanar tu vida», lo dice de verdad. Ahora llevo una nueva vida y tengo
un cuerpo sano y feliz. ¡Siento que soy otra mujer! Estaré siempre en deuda
con Louise por haberme enseñado el poder del amor.
Un
regalo maravilloso
Gladys, actriz y
orientadora, Nueva York
Hace diez meses, un
sábado por la mañana me desperté llorando. El menor intento de girar la cabeza
me producía un dolor insoportable que iba del cuello a la cabeza, y me
repercutía en la garganta. Sollozando, con el cuello doliéndome horrores, tardé
más de diez minutos en levantarme de la cama, aunque me pareció una eternidad.
De algún modo conseguí llegar a la consulta de mi quiropráctico, el cual me
diagnosticó un pinzamiento.
Como el domingo el dolor
no había disminuido en absoluto, se me ocurrió que leer o mirar algo inspirador
quizá me ayudaría a hacerlo desaparecer. Aún no había estrenado el DVD de la
edición norteamericana de Usted puede sanar su vida, así que lo puse
para verlo. En cuanto se terminó, aparecieron en la pantalla del ordenador
varias notas sobre el DVD, y sentí el irreprimible deseo de afirmar que me
sentía bien y de dejar que el dolor desapareciera. Aquella noche, sin embargo,
el dolor era tan fuerte que no dejaba de llorar. Recité una pequeña oración
para sanar y sentirme bien, aunque no tenía ni idea de la rapidez con que se
cumpliría.
A la mañana siguiente me
desperté viendo claramente que aquel dolor pasajero era una oportunidad para
aprender a ser feliz, pese a lo que estaba ocurriendo en mi vida. Es decir, era
una experiencia espiritual y debía sondearla para aprovecharla al máximo.
Aquel día, como me
resultaba imposible ir a trabajar, decidí aprovecharlo de manera constructiva
fomentando mi sanación, y volví a ver Usted puede sanar su vida e hice
los ejercicios Lo que yo creo y Relajación profunda. Repetí
afirmaciones, recé, medité y escribí en mi diario ... aunque estas prácticas
acabaran a menudo en una siesta. (Ten en cuenta que no podía mantener la cabeza
derecha.) Adquirí la convicción de que sentirme bien y estar sana era mi estado
natural.
Aquella noche me acosté
con la certeza de que mi sanación no sólo había empezado, sino que se estaba
llevando a cabo a toda marcha. Mientras escuchaba la voz de Louise en el CD Relajación
profunda, asegurándome que mi poder estaba en el presente y que todo iba
bien, me dormí. A la mañana siguiente me desperté sabiendo que me encontraba
mejor. En realidad, había tenido lugar una profunda sanación: ¡la rigidez de mi
cuello había cambiado por completo! Mientras yacía en la cama, sonreí al ver
que podía girar la cabeza unos cinco centímetros a la derecha y otros pocos a
la izquierda. Sabía que al cambiar de actitud y escuchar a Louise guiándome,
había sido capaz de activar el magnífico potencial de sanación que hay dentro
de mí.
Sí, diez meses antes me
había despertado con tortícolis y dolor en el cuello, pero acabó siendo un
regalo maravilloso. Aunque al principio no deseara recibido, me ofreció el
enorme potencial de sanación de las palabras de Louise y me permitió crecer de
muchas otras inimaginables formas.
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