jueves, 22 de noviembre de 2012

LECCION DE VIDA

 
 
 
 
El maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico; nadie sabía lo que íbamos a hacer con ellas, sólo nos había adelantado que el tema a tratar iba a ser “resentimiento y perdón”.


Ya en clase nos hizo elegir una papa por cada persona que guardáramos resentimiento; luego nos hizo escribir su nombre en ella y guardarla dentro de la bolsa. A la mayoría nos habían quedado bolsas realmente pesadas.

...
El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas.

Los días pasaban y la condición de las papas se iba deteriorando; además era muy fastidioso acarrear esa bolsa en todo momento, tenía que prestar atención siempre para no olvidarla en ningún lado, y por ocuparme tanto de ella, desatendía cosas que eran más importantes.

Este ejercicio me ayudó a darme cuenta el peso que cargaba a diario, mucho dolor, bronca y negatividad. Me di cuenta que todos tenemos papas pudriéndose en nuestra mochila y no nos damos cuenta, o nos damos cuenta cuando ya es muy tarde…

Perdonar a cada una de las personas y dejar esas papas de una vez, ya en el tacho de la basura, me llenó de paz y calma, alimentando y sanando mi alma.

La conclusión en clase fue que la falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario, de a pocas gotas, pero que finalmente nos termina envenenando.

Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, sin darnos cuenta de que los únicos beneficiados somos nosotros mismos.

“No es necesario que sepas cómo perdonar, sólo alcanza con estar dispuesto a hacerlo, de todo lo demás se ocupará el Universo”.

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