El resfrío
chorrea cuando el cuerpo no llora.
El dolor de garganta
tapona cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago
arde cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes
invade cuando la soledad duele.
El cuerpo
engorda cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza
deprime cuando las dudas aumentan.
El corazón
afloja cuando el sentido de la vida parece terminar.
La alergia
aparece cuando el perfeccionismo está intolerable.
Las uñas se
quiebran cuando las defensas están amenazadas.
El pecho
aprieta cuando el orgullo esclaviza.
La presión
sube cuando el miedo aprisiona.
Las neurosis
paralizan cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre
calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la
inmunidad.
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