“No hagas de tu vida un borrador, pues puede que no tengas tiempo de pasarlo a limpio”

Unas condiciones tan completas y bien
acabadas, tan idílicas y perfectas… que lo más probable es que nunca lleguen a
producirse. Señala un viejo proverbio, creo que con acierto, que quien
se queda parado sobre una pierna meditando sobre cuál es la mejor manera de
seguir caminando, jamás acabará por dar ni un solo paso.
Sería estupendo, desde luego, poder ir
construyendo nuestra vida con ensayos previos que nos permitieran probar si lo
que pretendemos hacer resultará bien o si, por el contrario, fracasaremos cuando
lo pongamos en práctica. De esa forma experimentaríamos lo que vamos a vivir
previamente, a modo de borrador, como dice la frase, para acabar haciendo solo
aquello que realmente funcionase y descartando lo que no.
La realidad es que nunca tendremos de
nuestro lado absolutamente todas las certezas, pero si no nos aventuramos algún
día, nunca acabaremos saliendo de donde estamos.
Cualquier proyecto, cambio o aspiración que nos
propongamos acometer en nuestra vida ha de ser sopesado convenientemente, pero,
incluso, para ello también debe de existir un límite, porque a veces
parece que nos comportamos como si tuviéramos otra vida de repuesto en la
maleta. Se trataría, por tanto, de no darle mil vueltas a los asuntos y
que tal vez con cien nos bastase.
Los años no se estiran y si un
día volvemos la vista atrás quizá nos arrepintamos no de las cosas que hicimos,
y en las que nos pudimos equivocar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario